Eres importante

Verte así.

Saber lo que vales, lo que eres capaz, lo que sufres, lo que sueñas, y verte así.

Saber todo el daño negligente que sufriste en la niñez, y que aún persista bajo el tupido velo que necesitó tu mente para continuar viviendo.

¿tú estás preparado para hacerla consciente?

¿Cómo puedo ayudarte?

Ideas, imágenes, diferentes formas de acercarme y hacerte saber la maravillosa persona en la que te has convertido. Pero tú aún, esperas la aprobación de otros, el visto bueno de ellos, la palmadita en la espalda diciéndote que lo has hecho bien. ¿Y si nunca llega? ¿Y si no tienen la capacidad de verlo?

…”En ti debes creer, cuando el mundo no lo haga ya”…

Tú crees que no es necesario remover el pasado, pero es ese mismo pasado el que programa tu presente. El que hace que seas como eres, como piensas, como te relacionas con el mundo.

Removerlo implicaría ordenarlo, entenderlo, cambiar tu presente y con ello tu vida.

Eres importante, muy importante. Vales mucho más de lo que crees.

Atrévete a ser el responsable de tu vida, de tus cambios, de tus elecciones, aciertos y errores. A vivir la vida a flor de piel, sintiendo, emocionándote, vibrando con las sensaciones que podemos llegar a sentir si te permites, ser quien quieres ser.

Estoy aquí, para mí, tú eres importante.

Volver a la normalidad

Esta semana, me han comentado varias veces que estaban teniendo un poco de “bajón”.

Porque claro que si, se está haciendo largo.

Y muchas de las personas con las que hablé, al repasar mentalmente, qué es lo que estaba pasando, descubrimos que habían abandonado las rutinas ( las que habíamos programado). Y tener tanto tiempo libre, y sin hacer nada, no les estaba haciendo bien.

Desde ya que, si un día no me apetece hacer nada, puedo permitírmelo, pero todos los días no nos hace bien.

El otro día escuché a alguien que decía, “no estamos de vacaciones, estamos de confinamiento… cuidándonos, protegiéndonos”… no significa que me lo tengo que pasar mal, no significa que no pueda disfrutar de algunos momentos, si significa que TENGO QUE SEGUIR CUIDANDOME… CUIDANDOTE… CUIDÁNDONOS.

No puedo controlar lo que pase fuera de mi, en el mundo. Pero si PUEDO elegir cómo vivirlo.

Ojalá este tiempo, nos permita reflexionar sobre cómo estábamos viviendo, qué vida llevábamos y que vida queremos llevar cuando todos volvamos a la NUEVA normalidad… porque te aseguro, que no va a ser como antes.

Intenta ver este tiempo, como una oportunidad para hacer lo que siempre quisiste y no podías. Obviamente de lo que se pueda hacer dentro de casa. Hay miles miles de cosas que se pueden hacer, imaginar, crear… anímate, atrévete!

Haz cosas que te hagan sentir bien. Te lo mereces!

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Quédate en casa

Soy de las que no pueden quedarse en casa, y me toca salir a trabajar.

Reconozco que no estoy luchando cara a cara con el virus, estoy luchando con las secuelas psicológicas que está dejando a su paso, e intentando prevenir lo que, lamentablemente, sabemos que vendrá.

Y hoy tengo que hacer un agradecimiento:

De corazón agradezco a mis pacientes haberse quedado en casa y haber podido comunicarnos por videollamadas.

Para todos los que nunca lo habían hecho, al principio era raro, pero al correr los minutos, esa rareza se disipaba, y volvíamos a sentirnos tranquilos y seguros, como cuando vienen a mi consulta… diría que incluso mejor, porque alguno se tiro en su sofá relajado 😌 mientras hablabamos, con su mantita… otro tomaba su refresco favorito… vamos! Que no estuvo nada mal.

Estas tecnologías son de agradecer, porque nos conectan y no nos sentimos solos en todo esto.

Fue un día bueno, los recursos que habíamos trabajado previamente, les están sirviendo para adaptarse a todo esto.

Esta es una situación nueva, diferente, extraña, una situación que por momentos da miedo… pidan ayuda. Pidan ayuda a profesionales responsables que los podrán ayudar a gestionar todo esto y prevenir futuros más duros.

Vuelvo a decirlo, quedate en casa.

No están solos….juntos es mejor!

Ánimo para el día a dia!

Coraje para lo que vendrá!

Derribando mitos, la gente sí puede cambiar.

Muchas veces he oído esa frase tan conocida que dice «la gente no cambia, la gente disimula«, cuando era más joven e inexperta, me la creía. El tiempo y mi formación me ha demostrado que no es cierto.

Este tipo de pensamientos, lleva a creer que lo que hay, es lo que hay. «Que la gente es así, que la gente disimula, finge o miente, si quiere conseguir algo de mi». Y esto, no es tan cierto.

La gente puede cambiar.

Nuestra mente es tan maravillosa que nos da la posibilidad de cambiar, si es lo que nosotros queremos, si es lo que nosotros elegimos. Se puede cambiar de muchas formas. Desde empezar con hábitos nuevos, con rutinas diferentes, con psicoterapia, con educación, con diferentes experiencias humanas que nos hagan replantearnos nuestro presente, dudar de nuestro pasado y mirar, desde otra perspectiva, nuestro futuro.

Esto se explica de la siguiente manera, nuestro cerebro es un órgano en el cual asienta nuestra mente. La unidad funcional del cerebro es la neurona. La comunicación que se realiza entre las neuronas se llama neurotransmisión.

La función fundamental que busca la neurotransmisión es, modificar la expresión de genes, lo cual lleva a que se fabriquen diferentes proteínas (hormonas, neurotransmisores, enzimas….estructuras que necesitan nuestras neuronas para construirse y funcionar). Estas proteínas participan en distintas funciones estructurales, del procesamiento de la información de nuestra mente, las cuales se pueden observar en nuestra conducta, nuestras ideas, nuestra memoria, por ejemplo. O sea, las neuronas se comunican y modifican los genes según necesiten, y esto puede verse en el día a día, en la forma en que nos manejamos en la vida, muy resumidamente.

Si tales cambios en la expresión de genes, lleva a cambios en las conexiones y funciones de esas conexiones cerebrales, se entiende que los genes pueden modificar nuestra conducta.

Lo que también se describe, científicamente comprobado, es que nuestra conducta también puede modificar a nuestros genes. Y eso cómo puede ser, pues al aprender cosas nuevas, y con la experiencia que tenemos día a día, sea cual sea nuestro contexto, se pueden cambiar la selección de los genes que se expresan y de esta manera, producirse cambios estructurales, de conexiones neuronales y de circuitos cerebrales, o sea de la forma en que pensamos, de la forma en que sentimos, de la forma en que vivimos.

Una persona que acude a psicoterapia, para tratar diferentes situaciones que le generan malestar, ya sea una enfermedad grave como una depresión mayor, o un cuadro de ansiedad limitante, u otro tipo de situaciones como el consumo de tóxicos, dificultades con su pareja, sea la situación que sea, va a poner en funcionamiento toda esta cascada de neurotransmisión que si se mantiene en el tiempo, se observarán cambios en su forma de ser.

De este modo, las experiencias, la educación, los psicofármacos, la psicoterapia, como dije anteriormente, pueden ayudar a este cambio, seleccionando genes que favorezcan nuestro crecimiento personal.

¿Qué hay más allá?

«Me di cuenta de que si seguía así, iba a recaer».

Me sentí emocionada, sentí que nuestro trabajo había servido. Mi paciente había tenido, lo que en psicología se llama, un «insight», por fin se había dado cuenta de algo determinante en su vida y, con lo que tenía que hacer algo al respecto.

Cuando hay una persona enferma en la familia, a veces queda «señalada» como la problemática, la culpable de que las cosas vayan mal, sin que los otros familiares se pongan a pensar en qué es lo que cada uno hace, para que ésta persona funcione así.

En el caso de la paciente que estaba comentando, ella sin quererlo, había heredado la empresa familiar, su madre falleció siendo ella adolescente, se hizo cargo a la fuerza, sin otra opción del rol maternal, cuidaba de sus hermanos pequeños, se encargaba de la casa, y terminó los estudios como pudo. La habían puesto a trabajar en el negocio familiar, lo había asumido como responsabilidad propia, como que «era lo que tocaba«. Sacó adelante la empresa, de hecho la hizo crecer, tuvo «éxito«, y se preguntaba «¿qué más puedo pedir?«. No entendía, cómo una persona como ella, tuviera una depresión, si «todo estaba bien«. Por eso, comenzó a beber al llegar a casa, para relajarse y desconectar. Con el tiempo, también bebía en los almuerzo y comidas, y así mantener el ritmo. Hasta que un día, porqué siempre hay UN DÍA, en que no pudo más y pidió ayuda.

Su problema con el alcohol la había superado, estaba sumida en un desanimo profundo, una ansiedad permanente, y ese fue el motivo por el cual, su pareja le advirtió que debía verla un especialista. Comenzó, muy a regañadientes, el tratamiento, y luego de unos meses de estabilidad y abstinencia, se dio cuenta de que su vida, no era lo que ella quería. Había vivido, desde adolescente, la vida que le habían impuesto, que «tocaba» hacer, pero nadie le había preguntado si ella quería hacerlo…(ni siquiera ella misma). Simplemente, era así, es lo que había.

Pero ahora, al estar recuperada, y volver a su vida y rutina, la enfermedad comenzó a mostrar nuevamente las orejas, y ella se dio cuenta, de que el problema no era el alcohol. El alcohol era lo que le «ayudaba» a soportar esa vida. El alcohol, era su ansiolítico, su antidepresivo, su forma de afrontar los problemas. Y fue ahí, justamente ahí, en ese momento, en el que dijo BASTA.

Ya no quería seguir viviendo una vida, que ella no había elegido y que encima no le llenaba. Pero tomar esa decisión, significaba romper lealtades familiares.

¿Cómo se hace para ser feliz y seguir siendo la hija perfecta?

¿La hermana perfecta? …

En realidad, pudo darse cuenta que nunca lo había sido. Siempre se le exigía más y más. Nunca era suficiente. Tenía miedo. Sabía que por ese camino que ahora se vislumbraba una luz, iba a ser muy duro transitar. Aparecería mucho dolor, mucha culpa, muchas cargas. Pero dentro había un palpito que le decía que algo tenía que cambiar. No podía seguir jugando algo que ella, sabía ciertamente que ya NO quería jugar.

¿Podía elegir? La respuesta es, SI.

No estaba sola. Se tenía a ella misma, a su pareja y a sus hijos. A su futuro. El apoyo de su Terapeuta. Había que cruzarlo, no quedaba otra opción…

“Cambia el chip”

Las veces que he oído quejárse de ésta frase a mis pacientes, cuando son personas que tienen una ansiedad horrible, que te cuentan que ya no saben qué hacer con ella y que las personas más cercanas les dan consejos de éste tipo.

No, error. No es una cuestión de chip. Ojalá lo fuera!!! De ser así, ya habría una multinacional forrándose con su comercialización, no creen?

La ansiedad es un trastorno mental, (siempre pensé que la palabra trastorno es un poco horrible, por no decir del todo horrible).

El cerebro, es un órgano, como el corazón, como los riñones y el hígado. Y si no funciona bien, aparecen alteraciones funcionales, que pueden traducirse en trastornos de ansiedad, trastornos del humor, trastornos del comportamiento. Tanto como existen los trastornos hepáticos, trastornos del equilibrio hidroeléctrico a nivel renal, o un trastorno metabólico en el páncreas, pero el trastorno mental, es el que suena mal…

Si te enteras de que una persona tiene una hepatitis, le dirías ante su cuadro de falta de fuerzas, ante la inapetencia, ante las náuseas, ante la falta de ganas de hacer cosas, ante esa necesidad de reposo...»venga, cambia el chip, transforma en positivo todos los metabolitos del cuerpo, es una cuestión de cambio de actitud ante como enfrentas la vida y verás como todo cambia»... ¿sonaría lógico?

Pues exactamente lo mismo pasa cuando se padece un trastorno de ansiedad. No es cuestión de cambiar «el chip». Una persona con ansiedad se pasa gran parte del día (y la noche), con pensamientos de preocupación, de miedo, de malestar, esos pensamientos son productos fabricados por nuestro cerebro, nuestra mente. Una mente que ha enfermado y que no está funcionando adecuadamente para poder afrontar el día a día.

Y volviendo al ejemplo de la hepatitis, se necesita un tratamiento farmacológico, unas medidas conductuales de reposo, de dieta adecuada, de ejercicio limitado… pues sí, lo que ya estás pensando… lo mismo para la ansiedad, tratamiento adecuado tanto conductual, emocional, psicológico y/o farmacológico según la gravedad y afectación que le esté produciendo a ese ser humano que lo está pasando.

Cuando los cuadros de ansiedad se dejan estar, intentando, sin éxito, afrontarlo por su cuenta, suelen terminar tocando algo el ánimo y ahí la cosa empeora, porque a la ansiedad que no te deja vivir, se puede sumar una depresión que te quita las ganas de hacerlo.

Los trastornos por ansiedad (si, hay varios tipos, como las hepatitis) no se eligen, no se solucionan por ponerle «buena onda» a la vida, por ser más positivos… es un tratamiento más serio y tiene solución.

Yo sólo te explico esto, para que no caigas en la idea popular de decirle a alguien cuando se levanta todas las mañanas con ganas de vomitar, con miedo horrible a empezar el día, con temblores en su cuerpo, con momentos que hasta le falta el aire para respirar… que cambie el chip, por favor, no le digas eso.

¿Sabes qué si puedes decirle?

Que la ansiedad tiene tratamiento y que lo mejor que puede hacer es, pedir ayuda profesional (como si fuera a su médico si tuviera una hepatitis).